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Manuel Balasch

Entrevistes

Pregunta. ¿Qué se ve en los griegos que no se vea en la vida?

Respuesta. Que somos griegos, precisamente. Nosotros somos la suma de la metafísica griega, del derecho romano y de la especulación teológica cristiana. Eso nos ha hecho, y la demostración sólo puede verse en el pasado.

P. ¿Y en la lengua griega?

R. Mire, yo aprendí mi primera declinación latina a los 10 años y a los 13 mi primera declinación griega. Pero lo que es la lengua griega en realidad tarda mucho en saberse. La lengua griega es un instrumento perfecto. De una potencia expresiva insuperada.

P. ¿Qué quiere decir?

R. Que es la lengua que mejor ha penetrado en la esencia de las cosas. El verbo griego es un instrumento de una fuerza tremenda. Por eso el griego, en realidad, es intraducible.

P. ¿Una lengua perfecta es el fruto de una sociedad perfecta?

R. Al menos de una sociedad muy, muy inteligente. Creo firmemente que los hombres más inteligentes que han existido han sido Platón y Aristóteles. Los griegos llegaron al límite máximo del entendimiento humano. Los diálogos platónicos tienen una intensidad abstracta comparable a la operación matemática más abstrusa.

P. ¿Ese máximo límite del entendimiento humano en qué se concreta?

R. El concepto de concepto es una aportación exclusiva de Sócrates. Sin la inducción socrática, el hombre occidental estaría subiéndose por las palmeras, y lo mismo puede decirse del silogismo aristotélico.

P. ¿En su dilatado trato con la lengua le ha descubierto usted una naturaleza inefable?

R. No, no, la lengua es un instrumento, sólo un instrumento, incluso el griego es sólo un instrumento.

P. Algunas de sus primeras traducciones recibieron críticas: le acusaban de escribir un catalán... intraducible.

R. Y en cierta manera eran críticas justas. Hice una traducción de La Ilíada, en 1971, que he rehecho por completo. No me gustaba.

P. ¿El qué no le gustaba?

R. Yo tenía entonces una obsesión por la literalidad. Así, descuidaba el estilo y la propiedad del catalán que utilizaba.

P. ¿Por ejemplo?

R. Uno, más o menos anecdótico. En la primera versión de La Ilíada yo hablaba de Aquiles, el de los peus ivarsosos...

P. Ya, ya... R. Y claro, ahora he escrito ràpids o veloços.

P. ¿Y cómo se convenció de la necesidad del cambio?

R. Releo mis textos constantemente. Siempre he sido muy crítico conmigo mismo. Y luego me influyó mucho también la lectura de Pla y de Gaziel.

P. ¿Cuánto hace de eso?

R. Unos 15 o 20 años. Poco después de cumplir los 50 me di cuenta de que mi catalán tenía que evolucionar, hacerse más inteligible.

 

BALASCH, Manuel. "Incluso la lengua griega es sólo un instrumento" [entrevistat per Arcadi ESPADA], El País, 29 de maig de 1998.