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Maite Carranza

Revista Qué leer (2009)

¿Cómo comenzaste a escribir literatura infantil y juvenil?
—Por pura casualidad. Comencé escribiendo relatos para adultos y me premiaron aquellos que tenían un tono desenfadado y en los que los personajes eran jóvenes o niños. Me desenvolvía mejor en esos parámetros. Así pues, un verano me encerré a escribir una novela humorística cuya protagonista era una niña de once años. Ese fue mi primer libro “Ostres tu, quin cacau!” Luego llegaron los siguientes. Me sentía cómoda en ese ámbito.

¿Cuál crees que es el éxito de tus libros?
—Escribir acerca de temas y personajes que me salen de las tripas. Una noticia que me impacta, un problema que me preocupa, un conflicto humano que no sé como resolver. Luego lo alejo de mi, lo transformo y lo reelaboro, pero procuro que todo aquello acerca de lo que escribo me interese realmente. Así consigo pasármelo bien escribiendo. Eso se nota, supongo.

En tus libros apuestas por la literatura fantástica... ¿es ese universo imaginario el que más le interesa como lectora?
—He explorado un cachito del inabastable universo fantástico en mis últimos tres libros ( la trilogía de la guerra de las brujas). Son, precisamente, los que han tenido más éxito internacional. Anteriormente lo había tratado en un par de títulos, pero tengo 40 libros publicados. Creo que me he desenvuelto con comodidad en el campo de la literatura humorística y en el de la fantástica. Como lectora me interesa todo. Soy una lectora voraz e insaciable. Eso no significa que me atreva con cualquier género. No he intentado nunca la novela policíaca, por ejemplo. En cambio tengo interés por la novela histórica.

¿Siguen siendo las brujas y las hadas personajes favoritos del público más joven?
—Son personajes fascinantes que invitan a hacer volar la imaginación, el deseo, la transgresión. Las hadas y las brujas viven en nuestro mundo, pero no comparten nuestras limitaciones mortales, nuestras miserias ni nuestras rutinas. ¿Quien no ha soñado nunca con una varita mágica o un conjuro oportuno? Sean o no sean los favoritos son muy bien aceptados.

Con tus historias ¿intentas difundir valores fundamentales, entretener...?
—No me planteo la literatura como una actividad pedagógica. Sí como un acto comunicacional, pero personal y subjetivo. En mi literatura planteo dilemas morales a menudo sin respuesta. No ofrezco moralinas. Vivimos en un mundo en continua transformación y no creo en los preceptos morales ni religiosos estrictos. Sí creo en el sentido crítico que necesariamente deben desarrollar los jóvenes para poder tomar decisiones en el futuro. Si en mis libros enseño a los chicos y chicas a cuestionarse verdades incuestionadas o a reírse de sí mismos y de los adultos habré aportado mi grano de arena a mi ideario personal.

¿El elemento didáctico es importante en tu obra?
—No, en absoluto. Ese fue mi primer problema en mi entrada “alocada” en el mundo de la literatura infantil y juvenil allá por los años ochenta. Entonces, la escritura para niños en Catalunya se potenciaba desde la escuela y los escritores estaban vinculados con el magisterio. Se me criticó por amoral y transgresora. Ahora quizás diríamos politicamente incorrecta ( por no decir palabras más feas).
Reivindico, sin embargo, los libros escritos con voluntad didáctica dentro del marco de colecciones específicas como es el caso de mi colección El Topo Timoteo y los Cabezas de Melón ( El talp Eudald i els Caps de Carbassa)” Ese sí que fue un proyecto pensado y concebido para la escuela y cuyo primer objetivo era enseñar “antropología” y desarrollar el sentido crítico en los más pequeños. A propuesta de la editorial se enfocó hacia un ideario pacifista, lo cual me pareció muy bien. La colección se tituló “La Pipa de la Paz” y el protagonista un topo viajero, explicaba divertidas historias a sus sobrinos sobre los humanos y sus absurdas formas de complicarse la vida. Para quien tenga referencias antropológicas era algo así como unos papalaguis infantiles.

¿Cómo se vive un éxito como el de 'La guerra de las brujas'?
—A mi edad muy bien. Si me hubiera ocurrido más joven quizás me hubiera perjudicado, pero tras una larga experiencia como la mía se aprende de los éxitos y de los fracasos. La vida es agridulce y hay que saber vivir las experiencias plenamente. Los malos momentos nos enseñan tanto o más que los buenos.

¿Cómo es el contacto con tus lectores?, ¿qué te dicen? ¿cómo influyen las opiniones que te llegan en tus trabajos?
—Agradezco su afecto, su entusiasmo, su ingenuidad y su sinceridad. El contacto se produce a través de e-mails, charlas y firmas. Es un fenómeno nuevo y reciente. Antes había lectores pero no comunidades lectoras ni fans organizados. Evidentemente les escucho. Saber escucharles me abre a nuevas formas de ver y pensar y me permite conectar mejor con ellos. Durante la escritura de la trilogía me abrí a sugerencias de mis lectores y recogí algunas buenas ideas que me soplaron al oído. Tambien modifiqué mi punto de vista acerca de algunos personajes puesto que la visión de los lectores era diferente a la mía. La interactividad que supuso la escritura de la trilogía fue una experiencia diferente y creativamente enriquecedora.

¿Cómo ves el panorama actual de la literatura infantil y juvenil?
—Vivo, cambiante, productivo e intergeneracional. Tiene presente y futuro.

(Qué leer, 2009)


¿Qué cambios de los que se han producido crees que son más llamativos?
—Que es una literatura más valorada, más traducida,mejor editada y publicitada. Que el fantasy es un género en auge, que algunos autores de literatura infantil y juvenil son referentes y modelos para los chicos y chicas. Eso sólo pasaba con los actores y los jugadores de futbol.

¿Cuáles son tus nuevos proyectos?, creo que está a punto de publicar 'Magia en la noche de verano'
—Efectivamente, pronto saldrá mi nueva novela “Magia de una noche de verano”. En ella recupero mi estilo distendido y humorístico y mantengo la conexión con los mundos fantásticos, en ese caso el de las hadas, algo diferentes a las brujas pero no menos interesantes. Las hadas pueden ser mucho más crueles y cínicas.

(Qué leer, 2009)