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Ramon Vinyes
1882-1952

Entrevistes

"Ramón Vinyes ha vuelto a Colombia. Pero ahora viene consagrado. Los lauros del triunfo exornan su frente. Es un dramaturgo famoso, que con sus dramas, de los que ha desterrado en absoluto los procedimientos cinco veces centenarios de los problemas de alcoba derezados las más veces con largos desmayos y complicaciones de carácter romántico, ha desconcertado a los públicos y ha hecho cavilar a los señores. […]

Al saber que Ramón se encuentra de nuevo en Barranquilla, he querido visitarlo y, al efecto, le he pedido una cita que él ha tenido la amabilidad de dejar a discreción mía. Ramón continúa siendo el mismo que se ausentó de Barranquilla hace cuatro años. Sólo que ahora regresa con más dinamismo y con más disposiciones para luchar contra este medio inculto y embrutecedor. No le arrendan los fracasos ni las desilusiones. ¡Avanti!, parece ser el lema suyo.


—Durante mis cuatro años de vida en Europa –me ha dicho– no pude ni quise llegar a desvincularme de Colombia. Allí seguía tan colombiano como cuando aquí ganaba el cotidiano sustento. De ahí que al embarcarme para esta tierra, no escuchara ni la voz de los obreros catalanes, ni la de los intelectuales de Barcelona, los cuales en manera alguna querían que me viniera. Y crea usted que sentía una inefable alegría, porque venía para esta querida Colombia. Un señor en Barcelona me aseguró que Barranquilla estaba poco menos que muerta, y que a pasos de gigante marchaba hacia la disolución y la ruina. 'No puede ser –le aseguré-. Ni los barranquilleros, ni el Gobierno del Estado pueden permitir la destrucción de una ciudad que representa muchos millones de pesos y las energías todas de la República'.

Y tenía razón. Barranquilla ahora padece de un colapso momentáneo. Pronto vendrá la normalidad.

Aprovechando una pausa de Ramón, le hemos inquirido:
—Quisiera que usted nos dijera qué le trae a Colombia. Por la ilustrada prensa española nos hemos enterado de la eminente posición que como dramaturgo ocupa usted en su patria.

—Cuando hemos vivido largo tiempo en un país sentimos años de país metidos dentro. Vuelvo a Colombia para poner en contacto la Colombia del momento con la Colombia que llevo en mí.

Y como para oír a Ramón expresarse con calor y entusiasmo no hay más que hablarle sobre dramaturgia, ensayamos una pregunta:
—¿Cómo surgió su vocación por el teatro? ¿De pequeño no le atrajo éste?

—Mi vocación por el teatro es vieja. Es la vocación decidida de mis años juveniles. El teatro es lucha directa; es contacto inmediato. Yo soy hombre de intervención.

¿Cuál fue la primera obra que usted estrenó?
—Mi primera obra fue un drama en tres actos: Invierno. Lo estrenaron –¡recuerdo lejanísimo!–, unos amigos en un teatro de Sociedad cultural. Durante estos últimos cuatro años he estrenado una tragedia en tres actos, Leyenda de niebla. Y tres obras, también en tres actos, Quien no está conmigo, Peter's Bar y Viaje.

¿Cuál es la que más le gusta?
—Tengo una predilección marcada por una farsa, mezcla de realidad y fantasía, que lleva un título alambrado, Baile de títeres, junto con otra obra, El empresario de monstruos, creo que se estrenarán en Alemania, traducidas al alemán por Georg Glaeser, antes de estrenarse en Barcelona, en donde han surgido inconvenientes para que estas obras subieran al escenario.

¿Es el eminente Enrique Borrás el mejor intérprete de sus obras?
—El gran Enrique Borrás inauguró en octubre pasado su temporada oficial con mi obra Peter's Bar. Tuvo un éxito personalísimo a pesar de luchar con un papel que no es el de su cuerda; de moverse dentro de unos decorados violentamente de vanguardia. Pitoef estrenará la obra en París en abril próximo. La decorará Eugene Steinhof.

¿Cuál es la tendencia del teatro que usted cultiva?
—Cultivo el teatro de pensamiento en lucha contra el teatro de frivolidad. Vivimos en una época de problemas y hay corrientes de dispersión a las que se debe poner dique. No pensar; cultivo del cuerpo; apasionamiento muscular: todo un programa. Pero yo digo: músculos... y una gran supremacía para el cerebro. Del no pensar, nace el burguesismo panzudo y el egoísmo disociador. Nuestros tiempos exigen que cada hombre sea un ciudadano. El actual problema del mundo es un problema de cultura. Hay que pregonarlo. Hay que repetirlo. Yo amo el teatro porque es un arma eficaz y una tribuna con tanta influencia como el diario.

Mirando a Ramón de hito en hito, le hemos preguntado:

—¿Cómo mira usted el teatro español contemporáneo?

—Mal. Haré salvedades y destacaré nombres: Benavente, Valle Inclán, Jacinto Grau Delgado, García Lorca, Ramón Gómez de la Serna, Valentín Andrés Álvarez. El otro teatro: tienda aduar.

Por los mundos hispánicos se pregona la decadencia del teatro español contemporáneo.
—Lo que hay es comercio teatral, que para empresarios quiere decir rutina. Hay que estudiar la psicología comercial de un empresario. El teatro-cine, es idea de los empresarios. Claro que el teatro-cine ha de ser detectivesco, de película americana mala.

¿Cuál es, según su opinión, la obra cumbre de la escena española estrenada durante estos últimos años?
—Quiero creer que la obra cumbre de la escena española, en estos últimos años, por dificultades de aceptación ha quedado inédita.

¿Quién es el dramaturgo más completo de España?
—Benavente. Sabemos los defectos de la obra benaventiana. Pero hemos de decir, como André Gidé al hablar de Víctor Hugo: 'Sí, muchas manchas, pero, como poeta de volumen: Víctor Hugo'.

¿Cuáles son los dramaturgos que más descuellan en el fuerte e interesante teatro catalán?
—¿Los mejores dramaturgos catalanes? Citaré los vivos: Santiago Rusiñol, Puig y Ferrater, Ambrosio Carrión, Enrique Lluelles, Adrián Gual, Luis Capdevila, Millás Raurell.

¿Cuáles son las tendencias de esos dramaturgos?
—Teatro enfrentado al mundo. Huyen del chiste y pasatiempo.

¿Por qué escribe usted siempre en catalán?
—Cuestión política. ¡No hablemos! Desertar filas en los momentos actuales, de buenos gajes y de franca cotización, sería cobarde.

¿Qué obra tiene en preparación?
—Escribo actualmente dos obras: De sangre real y Un vestido que anda.

Y como esta pregunta no podía faltar en una entrevista, casi al despedirnos le inquirimos:
—¿Cómo ha encontrado usted a Barranquilla después de tantos años de ausencia?

—¿Barranquilla? Alguien me había cantado su de profundis. Yo la he encontrado embellecida, agrandada. Y, sobre todo, viva. En mi actual desfallecimiento transitorio se oyen ya vibraciones de campana. Es la hora de la conjunción ciudadana. Esos momentos son los que crean el alma de los pueblos. Hay que aprovecharlos, aunque no se deseen.

(Augusto Toledo. "D. Ramon Vinyes y su concepción de lo que debe ser el teatro contemporáneo", Diario del Comercio, Barranquilla, Colòmbia, 19 de desembre del 1929. Dins Selección de textos. Bogotà, Colòmbia: Instituto Colombiano de Cultura, vol. 2, 1982, p. 365-369)

* * *

—"¿Qué opina usted del actual movimiento literario de Colombia?
—Se puede contar entre la literatura actual la obra de Eduardo Zalamea Cuatro años a bordo de mí mismo. Yo prefiero esa obra a todo lo que ha escrito John Dos Passos. Para valorar una literatura hay que tener en cuenta muchos factores. En Colombia no existe la literatura comercial, lo que hace difícil la producción de la novela y el cuento. A pesar de todo, estos géneros tienen apreciables cultivadores, en estos últimos tiempos, con una marcada tendencia a ver con ojos propios. Prescindiendo de lo que se lee en la novela y el cuento extranjeros. Sabiendo ver es como surgen novelas definitivas para la literatura: La vorágine. El que sean los poetas los que tengan más fácil difusión hace que la más alta nota literaria la den en Colombia los bardos. Ningún poeta entre los jóvenes supera, por ahora, la originalidad poética de León de Greiff, la intensidad de Camacho Carreño y el señorío de Jorge Rojas. Cito entre los novísimos los nombres de Fernando Charry Lara y Guillermo Payán Archer.

[…]

¿Cuáles son sus últimas obras?
—Dos obras de teatro: Blanca Nieve, duerme y La noche 18ª de las Mil y Una.

¿Cuáles tiene en preparación?
—Tengo en preparación un libro de cuentos, que he llamado Bananas y horchata.

¿De cuál de sus obras gusta usted más?
—Ninguna. Espero siempre escribir la grande obra que me inmortalice, y creo que a los 60 aún no lo he logrado.

¿A qué autores y obras se dedica ahora?
—Busco la juventud entre los autores, ya sean viejos, ya sean jóvenes; sean de ayer, sean de hoy. Con respecto a jóvenes y a viejos, recuerdo una paradoja de Aldous Huxley, paradoja que puede ser una verdad. La hace en El banquete de Titllotson. Un joven le dice a un viejo: 'Sois todavía bien joven'. El viejo replica: 'Creo que es cierto, ¡oh! Bondad de Dios. No soy viejo como lo era en mi juventud; se es muy viejo cuando se frecuentan las aulas de segunda enseñanza o las de la Universidad. Actualmente soy lo suficientemente viejo para comprender que soy joven'.

¿No ha pensado representar alguno de sus dramas en Bogotá?
—No pienso ser representado en Bogotá. Las grandes compañías extranjeras que nos visitan consideran que el arte teatral tiene dos obras cumbres, sus preferidas: La Malquerida, y La sombra. Las compañías nacionales pertenecen a determinados autores. Mi ideal, en el caso de que determinara traducirme, sería el de ser representado en Bogotá por el grupo escénico de la Universidad, ya que son ellos quienes, lejos del arte mecánico y comercial, se han lanzado a la búsqueda de un arte que requiere entusiasmo.

(Javier Auqué. "Ramon Vinyes habla sobre literatura", El Espectador. Dominical Bogotà, Colòmbia, 30 de gener del 1949. De Selección de textos. Bogotà, Colòmbia: Instituto Colombiano de Cultura, vol. 2, 1982, p. 380-387)