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Maite Carranza

El fruit del baobab

¿Qué hay detrás de las mujeres que pasean por nuestras calles ocultas tras un velo? ¿Qué piensan, qué sienten? ¿Qué miran los ojos de las negras del África de los poblados cuando ven discurrir la vida en las plazas, mercados, parques, hospitales de nuestro país? ¿Cómo interpretan lo que ven y transforma sus creencias? De todo eso va El fruto del baobab, la obra de adultos que escribe Maite Carranza, Premio Nacional de Literatura Juvenil 2011. Ademas de escribir acerca de brujas, Carranza ha abordado en otras ocasiones la injusticia social sobre las mujeres. En películas, series y otros libros ha tratado sobre la inmigración, la prostitución, la trata de blancas y el abuso sexual. Con esa mirada de denuncia descubre en esta novela un asunto que no nos cae muy lejos puesto que el escenario no es otro que Cataluña. Los médicos, los policías, los profesores, son en ocasión testimonios de ello. Y de estas fuentes se ha servido la autora, antropóloga de formación, para informarse y para ficcionar el incómodo tema de la mutilación genital de niñas que comparten pupitre con nuestros hijos.

Carranza da el protagonismo a tres mujeres: la médico Lola y las gambianas Aminata y Binta, madre e hija.

Lola ejerce de pediatra en un centro asistencial de Mataró cuando trata de unas infecciones de orina a Binta, una brillante estudiante de catorce años que en lugar de clítoris luce una cicatriz. Lola descubre con asombro como se trata ese tema en los centros de salud. “No te metas, créeme, son cosas suyas, de su tierra” recibe como consejo.

Binta procede de una familia tradicional mandinga donde los hombres se casan con varias mujeres (mutiladas, claro). Inteligente, se cuestiona ahora que ha llegado a la adolescencia y después de crecer en un mundo occidentalizado, los valores de su familia. ¿Qué es reprobable en el comportamiento de las mujeres blancas? ¿Son tan impuras como creen sus padres? Su madre se asusta al conocer sus pensamientos.

Aminata es analfabeta y ha vivido recluida en la casa de su marido en Mataró mirando con desconfianza la sociedad de acogida. Pero, reflexiona, esa sociedad da educación a sus cuatro hijos y los sana cuando están enfermos. Ahora que su suegra busca nueva esposa a su marido, ahora que reclama a su hija pequeña para ser mutilada, ahora que Binta le obliga a reflexionar, debe tomar una decisión.

(Carina Farreras. "Mandingas catalanas", La Vanguardia, 25 de setembre de 2013)